Así como se aprecia en la foto, es todo el camino. Un camino sinuoso y empinado que no te permite saber si falta poco o mucho.
Y por supuesto que estuve a punto de desistir en más de un momento, yo tengo la justificación perfecta. Más yo sabía que era volver al paso en que pueden tomarte las esfinges. Así que me armé de fuerza y valor y seguí adelante.
La primer señal que recibí fue el canto de los pájaros, estos parecían que te llamaban y te invitaban a seguir subiendo. La segunda señal fue un señor sentado sobre unas piedras contando en que punto estabamos y explicando la importancia de este templo en ese lugar.
Pero la señal más importante que tuve fue el día anterior, técnicamente la señal cero. Urana insistía en que ella iba a hacer el sacrificio de subir porque nos lo había prometido y por el amor que sentía por nosotros.
Sí, claro que sí, me recordó que yo también había dado mi palabra de subir al Templo del Tepozteco, dar mi ofrenda y pedir permiso para estar en estas tierras Mayas, Aztecas, Toltecas y Olmecas.
Las señales fueron claras y contundentes. Así que era momento de dirigirse, pero ¿DESDE DÓNDE? siempre me dirijo... Esto te lo cuento mañana
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